-- En vez de tener que planear dónde bajo la carreola de la banqueta, dónde la subo, ahí hay una rampa pero cómo llego con todos esos coches estacionados, simplemente me lanzo a cruzar la calle como el rayo cuando se pone el alto.
-- Me subo directamente al taxi en vez de detener todo el tráfico sobre Cuauhtémoc en lo que extraigo a San de la carreola y la doblo como puedo bajo el aluvión de claxons.
-- En los edificios, no necesito esperar ocho vueltas a que se desocupe medio elevador para poder hacerle sitio a un carruaje, ya que el pasajero y yo ocupamos el espacio de una persona. Por la misma razón, ya no es impensable utilizar el metro o el autobús en vez de tomar el auto; es poco el espacio adicional que necesito (y no hay necesidad de trotar escaleras arriba y abajo con el bebé dentro de la carreola).
--En vez de hallarme atrapada detrás de un grupo de ocho señoras que acaban de salir muy lentamente del Sanborns, puedo rebasarlas a medio galope y dejarlas a todas atrás.
--Cuando llueve no necesito refugiarme bajo el toldo más cercano o buscar metros de plástico para cubrirme yo y la carreola, ¡simplemente abro mi paraguas y me apresuro!
--En mercados, tienditas apretadas y oxxos pequeñitos, paso por todos lados en vez de tener que dejar afuera la carreola o darle a todo el mundo en las espinillas mientras trato de maniobrar de reversa. Tampoco tengo que sentar a San en uno de esos horribles asientos de los carritos del Chedraui.
--Podemos llevarlo a desfiles, fiestas, ferias, etcétera donde hay mucha gente sin que se estrese ni yo tener que preocuparme porque lo besen, toquen, muerdan o me le echen ojo en su carreola.
contacto.vt@gmail.com
ResponderEliminarsoy Valeria Torres y mi hijo es Bruno de 1 con casi 5.
Saludos
V