Otro punto controversial en el uso moderno de portabebés viene
de las opiniones encontradas acerca de cargar a los bebés viendo hacia el
frente. Cuando los bebitos alcanzan cierta edad y tamaño, alrededor de los tres
o cuatro meses (incluso antes), muchos comienzan a demostrar una activa
curiosidad y en vez de dormitar angélicos en
el fular como lo hacían a las pocas semanas, ahora empujan contra nuestro pecho
con impaciencia, gruñen, y estrenan músculos cervicales para volver sus grandes
cráneos y ver con quién estás hablando. Muchos papás cargan en brazos habitualmente
a sus cachorros encarando hacia afuera, para satisfacer a estas personitas curiosas; en consecuencia, al combinar con el portabebé, viene la pregunta: ¿Cómo
lo coloco para que quede viendo hacia afuera? ¡A mi niño le encanta ver hacia
afuera!
Como la del bebé en bicicleta, ésta es una de esas ideas que
surge automática, pero que cuando lo pensamos un poco más, nos percatamos que
no es muy recomendable. Cuando analizamos con cuidado lo que ocurre cuando
cargamos a nuestros bebés en esta posición, encontraremos que hay muchas
razones ‘de peso’ que contravienen algunos de los principios básicos del porteo
o babywearing; entre ellos, que tanto
el bebé como quien lo carga deben ir cómodos y seguros, y en una posición que no
les perjudique a largo plazo. Por eso, la mayoría de los grupos, líderes, y
porteadoras con experiencia preferimos recomendar que intentes una posición a
la cadera o en la espalda, si tu bebé es curioso y protesta cuando lo llevas
encarando hacia ti. Así, el nene queda orientado hacia tu cuerpo, con su peso
bien pegado al tuyo, al tiempo que puede disfrutar del escenario a su alrededor
sin perderte nunca de vista.
A continuación, siete razones por las que no se recomienda
encarar a los bebés hacia adelante:
1.
Peso sobre los genitales.
Con un portabebé natural y ergonómico como el rebozo o el fular de anillos,
buscamos que el bebé siempre quede sentado con las rodillas elevadas y
soportadas por un amplio asiento de tela, adoptando la posición en M o de
ranita (posición de sentadilla); sin embargo, es imposible lograr esta posición
cuando encaramos el bebé hacia el frente. En anuncios y publicidad errónea, es
común ver fotos de niños suspendidos por las ingles sobre la cruz del fular,
con las piernas colgando rectas hacia abajo como paracaidista en una postura
que recuerda la de la cangurera comercial o Bjorn. En este caso, el peso entero
del niño descansa directamente sobre sus genitales, lo cual puede provocar
incomodidad, rozaduras, y en el peor de los casos, riesgo incrementado de
infecciones urinarias o daños a los testículos de los varones, por causa del
calor, la presión, el roce y la humedad.
2.
No proporciona el soporte adecuado a caderas y
piernas.
Las razones de ergonomía tras la posición en M es que con las rodillas altas, la flexión es la óptima para favorecer el correcto desarrollo de la articulación de la cadera; por tanto, con las piernas colgando hacia abajo cuando mira al frente, se pierde este objetivo ergonómico y el bebé queda literalmente colgando sobre la entrepierna, en vez de cómodamente sentado sobre su trasero y con las rodillas bien altas.
Las razones de ergonomía tras la posición en M es que con las rodillas altas, la flexión es la óptima para favorecer el correcto desarrollo de la articulación de la cadera; por tanto, con las piernas colgando hacia abajo cuando mira al frente, se pierde este objetivo ergonómico y el bebé queda literalmente colgando sobre la entrepierna, en vez de cómodamente sentado sobre su trasero y con las rodillas bien altas.
NOTA: Por otro lado, existen modos para
acomodar a bebés pequeños sentados con las piernas en posición de loto, para
que queden encarando al frente. En este caso, se vuelve a adoptar la posición
requerida en piernas y caderas, aunque las demás consideraciones siguen
presentes.
3.
Expone al bebé a sobrestimulación.
Los bebés son muy curiosos y algunos luchan
por mirar a su alrededor, pero llevarlos viendo al frente por períodos
prolongados no es lo más beneficioso para ellos, ya que aún no tienen las
herramientas para enfrentar y procesar toda la información que ofrece el
entorno. Los bebés deben aprender a descartar la información útil de la
información innecesaria, así como aprender a bloquear su percepción de esta
última. Cuando se cansa, un bebé que viaja contra tu pecho se apoya
en ti y se relaja, lo cual efectivamente le oscurece la visión para que pueda
dormir; un bebé encarando afuera no puede hacer esto. El bebé tiene que ‘digerir’
todo el flujo de información que recibe en algún momento del día, y también
necesita espacios de oscuridad y silencio para tener la oportunidad de procesarlo (la cual es una de las razones por las que algunos bebés se muestran más irritables por la tarde).
4.
Presiona hombros y omóplatos hacia atrás para
eliminar la curva en C de la espalda.
Cuando el bebé pende sobre la cruz del
fular con una pierna a cada lado, queda inestable sobre un punto de
apoyo muy angosto, lo cual le hará arquear los hombros hacia atrás para
producir una espalda cóncava, en contra a la kifosis normal en los bebés antes
de caminar; además, las bandas del fular, para asegurarlo, comprimen aún más el torso superior, de nuevo en contra de los principios ergonómicos y anatómicos que
fundamentan el porteo ideal.
5.
Pérdida de contacto visual.
De nuevo, en contra de otra de las pocas
reglas escritas en piedra del porteo (Visible y Besable), con el momito
encarando al frente perdemos esa línea directa de comunicación con él o ella,
es decir, no sabemos si viene despierto o dormido, si ya se babeó, o tal vez si
le da el sol en los ojos.
6.
Es menos cómodo y ergonómico para quien carga
Personalmente esta es una las razones que
me parecen más relevantes para evitar las posiciones mirando al frente. Un
porteo seguro, más allá de los beneficios y consideraciones hacia los críos,
también tiene que ver con la comodidad y seguridad de quien carga, en la
mayoría de los casos, las mamás. Cuando cargamos a nuestro bebé encarando hacia
nosotros (ya sea al frente, a la cadera, o sobre la espalda), el peso entero
del bebé, incluyendo el nada despreciable peso de esos bracitos y piernas
olímpicas, está orientado y envuelto literalmente alrededor de nosotros, sin
dejar espacios ni gran margen de movimiento. Con esto logramos integrar
efectivamente el geométrico y creciente peso de nuestros tesoros a nuestro
centro de gravedad, lo cual nos presta la mayor estabilidad al movernos. En
cambio, cuando brazos y piernas oscilan hacia afuera, delante nuestro, el peso
tira de nosotros hacia adelante y respondemos arqueando también la espalda y
sobrecargando el área lumbar, todo lo cual puede provocarnos lesiones de
espalda después de semanas y meses de ardua labor de crianza.
7.
Exposición de centros vitales, absorción de
impacto, pérdida de calor.
La espalda del bebé está cubierta de una capa adicional
de tejido adiposo que le ayuda a conservar el calor cuando se encuentra ovillado
en posición M. Esto ayuda al bebé a conservar el calor en la zona más
vulnerable y activa de su cuerpo, el pecho y el abdomen, a la vez que los
protege del impacto y la oscilación. Al encarar al frente, el vientre queda expuesto,
y la espalda extendida no ayuda a absorber el impacto de cada paso que damos,
ni el rebote de las piernas y brazos que cuelgan. Todo esto es incómodo y cansado para
el bebé.
Gracias Gaby, muy buen post, con información muy relevante.
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