Una historia del rebozo: Cargar a bebés, niños pequeños, y a nuestra hija de once años
Ésta es la historia de Rachel Coleman, creadora del programa de señas para bebés Signing Time! Publicado originalmente el 10 de agosto de 2011 en su blog personal, traducido y publicado con autorización.
Supe que
cargaría a mi hija Leah desde que nació en 1996. El babywearing era una novedad en la ciudad
de Salt Lake City, Utah, y la gente solía detenerse a mirarme pasar. Aún más
nos miraban cuando era mi esposo Aaron quien cargaba a la pequeña
Leah. ¡Nos encantaba cargarla! Podía amamantar discretamente en público; podía llevarla
conmigo a donde fuera, la tenía siempre cerca y con las manos libres.
No
teníamos carriola, ni falta nos hacía. Leah se hallaba muy cómoda en su pouch, vivía el mundo desde nuestro punto de vista, a diferencia del entorno delimitado de una carriola. La
porteamos por todas las calles de Boston, la subimos al ferry de ida y vuelta a
Martha’s Vineyard y nos aventuramos por el metro de Nueva York. Se acurrucó
contra nosotros en Los Angeles, en la playa, y realmente adondequiera que la llevamos. Aaron y yo siempre hablábamos de lo difíciles que hubieran sido
nuestras aventuras si nuestro modo principal de transporte fuera el
carrito.
Cuando
Leah tenía catorce meses, descubrimos que era sorda. Viví todo un rango
de emociones durante el proceso de asimilar este diagnóstico, pero algo que
sentí con toda certeza fue una cierta satisfacción; la seguridad de saber que mi hija
había transcurrido su primer año reconfortada por el latido del corazón
de sus papás a su lado. Aunque no lo pudiera escuchar, siempre estuvo
lo suficientemente cerca para sentirlo. Contempló al mundo desde su puesto a
nuestra altura, aunque se estaba perdiendo de todo estímulo sensorial. Sin
embargo, podía vernos sonreír, sentir nuestros besos y sentir la confianza de
saberse protegida en nuestros brazos. La cargamos de este modo hasta pasado su
tercer cumpleaños.
Nuestra
hija Lucy nació prematuramente a las 35 semanas de gestación, con un peso de 2.100 kg.
Tenía espina bífida, y para agravar las cosas, le diagnosticaron parálisis
cerebral a los nueve meses de edad. Las probabilidades de que Lucy caminara
algún día eran mínimas. Yo sabía que podíamos posponer fácilmente la tarea de
cargar y descargar una silla de ruedas simplemente utilizando un portabebé,
aunque no tenía idea de lo lejos que llevaríamos esta idea.... o lo lejos que
la llevaríamos a ella.
Hoy día, Lucy tiene once años, pesa 23 kilogramos y mide 1.30 m. Sí, todavía nos pueden encontrar cargándola. Ya no lo hacemos por la comodidad o por la facilidad que representa; todo lo contrario. Cargar a Lucy se ha convertido en una misión y siempre será un triunfo personal para nosotros. Somos una familia muy activa y me imagino que sencillamente nos rehusamos a vivir dentro de los límites que nos impone una silla de ruedas. Nosotros viajamos, acampamos, vamos de excursión. Vamos a la playa. Muchos de los sitios que visitamos son áreas apartadas, con caminos sin pavimentar. Aaron y yo sabíamos que dejar a Lucy en casa no era una opción que estuviéramos siquiera dispuestos a considerar. No obstante, nos pareció una injusticia para la familia entera tener que conformarnos con un estilo de vida en el que gran parte de la belleza natural de nuestro planeta estaría fuera de nuestro alcance porque una tontería como la espina bífida había eliminado la capacidad de nuestra hija para andar.
Aaron y yo decidimos entrenar para fortalecernos y poder cargar a Lucy. La llevaríamos a sitios apartados, lejos de áreas asfaltadas, donde pudiera contemplar cascadas, arcos naturales y chimeneas de hadas. Nosotros nos convertiríamos en sus piernas. La llevamos a cañones, la conducimos por los bosques de coníferas, y se ha encontrado casi cara a cara con un alce. Le he mostrado las flores silvestres y le enseñé sus nombres durante nuestras excursiones a los lagos de Glacier National Park. Lucy ha visto los géisers en Yellowstone, y sí, también la llevamos a las cascadas. ¡Durante un invierno, cuando nos invitaron cañón arriba en un día nevado, cargué a Lucy en mi espalda a través de una ventisca que nos lanzaba nieve a la altura de los muslos!
En 1996, cuando deslicé a la pequeña Leah dentro de su portabebé y lo ajusté hasta sentirla segura contra mí, jamás hubiera imaginado que seguiría cargando a mis hijas en los quince años por venir. Nunca imaginé cargar a una niña de diez años, ni que mi hija me daría las gracias por llevarla mientras disfruta de la belleza de la naturaleza. La gente todavía se detiene a mirarnos, eso no ha cambiado. Extraños y amigos nos preguntan, “¿Cuánto tiempo piensan cargarla?” y no tengo una respuesta. Para ser honesta, no lo sé. Sólo sé que la voy a cargar por tanto tiempo como pueda.
Aquí hay algunas fotos de los sitios a los que hemos llevado cargando a Lucy. Los pies de foto muestran el año, y como Lucy nació en el año 2000, es muy fácil calcular su edad.
Aaron y Lucy en el desierto de Moab, 2008 |
Mammoth
Hot Springs Yellowstone, 2009
|
Uncle Tom’s Trail Yellowstone, 2009 |
Goblin Valley, Utah 2009 |
Excursión
en Albion Basin 2010
|
Big Cottonwood Canyon, 2010 |
Cómo cargamos a nuestra hija de once años
Utilizamos un conjunto de mochilas distintas y siempre les estamos haciendo modificaciones. Originalmente cargábamos a las niñas en Over The Shoulder Baby Holders. Ahora, tenemos un Baby Hawk personalizado al que llamamos Lucy Hawk, un Deuter Kid Comfort III, un Organic Ergo Baby*, y una vieja mochila de cuadro Kelty. Compramos cualquier mochila que nos parezca útil, especialmente si está diseñada para niños que pesan más de 25 kilogramos.
*La
mochila Ergo Baby Carrier nos fue proporcionada gratuitamente por las
excelentes personas de ErgoBaby. El resto de los portabebés
mencionados fueron adquiridos por nosotros.